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¿Cuál es el estado actual del carbón en Chile?

Autor: Valentina Francke y Gustavo Orrego
Fecha: 25 de junio

Resumen

El carbón ha sido históricamente un pilar en la generación eléctrica de Chile, pero su impacto ambiental y social ha motivado una transición energética. Desde 2019, Chile ha cerrado 11 termoeléctricas, reduciendo en 1.679 MW su capacidad instalada a carbón. No obstante, aún existen desafíos: algunas centrales han sido vendidas para evitar su cierre, y tecnologías como el co-firing podrían extender la vida útil del carbón. Acelerar el cierre al 2030, en lugar de 2040, permitiría reducir emisiones, proteger la salud de las personas y avanzar hacia una transición energética justa.

¿Por qué es urgente dejar atrás el carbón?

El carbón es uno de los combustibles fósiles con mayores impactos ambientales y sanitarios, y su uso está directamente vinculado a las mayores emisiones de CO₂, SO₂, NOₓ y metales pesados. En Chile, el 76,4% de las emisiones provienen del sector energético, y un cuarto de ellas de la generación eléctrica. Además, su combustión genera cenizas altamente tóxicas que contaminan suelos y aguas. Las enfermedades derivadas del uso del carbón incluyen asma, cáncer pulmonar, daños neurológicos, partos prematuros, entre otras. Estas consecuencias sanitarias y ambientales, hacen que mantener el carbón sea incompatible con una transición energética justa. Se reconoce la necesidad de avanzar hacia fuentes limpias, no sólo por razones climáticas, sino por salud pública y equidad social.

Gráfico 1: “Distribución de emisiones por fuente energética en Chile”. Fuente: Elaboración propia.

¿Qué revela el cierre progresivo de termoeléctricas?

Hasta 2024, Chile ha cerrado 11 de las 28 termoeléctricas que operaban en 2019, lo que representa una disminución de 1.679 MW de capacidad instalada. Este avance está en línea con el acuerdo “Energía Zero Carbón”. Sin embargo, persisten desafíos, como la venta de la planta de Huasco por AES Andes a Guacolda, una empresa sin compromisos de cierre. Estas transferencias permiten a las empresas reducir su huella sin desmantelar las centrales, diluyendo el impacto real. Además, Guacolda planea mantener operación mediante co-firing, mezclando carbón con amoníaco, una tecnología aún en desarrollo. Si bien hay avances formales, el proceso enfrenta riesgos de estancamiento o retroceso.

Figura 1: “Cronograma de cierre de termoeléctricas. Fuente: Elaboración propia.    

¿Es viable el co-firing como solución de transición?

El co-firing mezcla carbón con amoníaco para reducir las emisiones de CO₂. Sin embargo, presenta limitaciones críticas. En primer lugar, es una tecnología incipiente. Japón, único país que la ha probado, apenas alcanzó una mezcla del 20% en 2024. En segundo lugar, su alto costo (1,5 a 2 veces más caro que la energía vendida) pone en duda su viabilidad comercial. Tercero, no elimina otros contaminantes del carbón, como material particulado o metales pesados. Finalmente, promueve una falsa solución, alargando la vida útil de termoeléctricas en vez de reemplazarlas. Más que una alternativa de transición, el co-firing puede convertirse en un freno a la descarbonización efectiva.

Figura 2: “Comparación de emisiones y costos entre co-firing y otras fuentes de energía. Fuente: Elaboración propia.   

¿Cómo ha evolucionado el consumo de carbón en Chile?

Desde 2017, la generación eléctrica con carbón ha disminuido en un 48%, gracias al cierre progresivo de centrales y a la entrada de energías renovables más competitivas. Esta caída se refleja también en la disminución del consumo total de carbón, que está directamente correlacionado con la baja en generación. Al mismo tiempo, las importaciones de carbón de los principales proveedores (Colombia, Australia, Estados Unidos y Canadá) se redujeron en un 49%, disminuyendo así no sólo las emisiones locales, sino también el impacto logístico y marítimo internacional. No obstante, el carbón sigue representando un porcentaje relevante de generación, lo que indica que la transición energética aún no es estructural.

Gráfico 4: “Importación de carbón en toneladas por país, periodo 2017-2024”. Fuente: Elaboración propia.   

2030 ¿Un futuro sin carbón?

Cerrar todas las termoeléctricas a carbón no es solo un objetivo climático, sino una medida necesaria para proteger la salud de las personas y reducir los impactos ambientales en los territorios. Actualmente, Chile mantiene como meta oficial el retiro del carbón al 2040, pero adelantar esta fecha al 2030 permitiría acelerar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, eliminar contaminantes tóxicos y avanzar hacia un modelo energético social y ambientalmente más justo.

Mantener el uso de carbón mediante nuevas modalidades, como el co-firing, implica extender la operación de las termoeléctricas y retrasar el avance de la transición energética. Chile tiene la posibilidad de liderar este proceso, priorizando el retiro del carbón y atendiendo las demandas de las comunidades que por años han enfrentado los impactos de esta industria.

Avanzar hacia un futuro sin carbón es una decisión que contribuiría a cumplir los compromisos climáticos del país y mejorar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones.

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